lunes, 26 de junio de 2017

 
 
Encuentro Intercontinental Madre Tierra una sola Salud
IV Congreso Internacional de Salud Socioambiental
Declaración de Rosario
16 de junio de 2017
En el día de la Ciencia Digna y en homenaje a Andrés Carrasco que nos sigue 
acompañando, enseñando e inspirando

Somos colectivos académicos, sociales, ecologistas, de pueblos originarios, artistas, profesionales de la salud humana, animal y vegetal, productores de alimentos, activistas, científicas e investigadoras, creadores de nuevas economías, comunicadores de buenas noticias; que nos hemos encontrado en la semana del 12 al 16 de junio llegando desde Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, India, México, Paraguay, Perú, Suecia y Uruguay para construir espacios para el diálogo, el arte, la ciencia y la poesía, en el marco de los saberes ancestrales y académicos, visibilizando las historias de resistencia necesarias para la defensa de la vida.

Hemos llegado a Rosario para compartir la plácida urgencia de unificarnos en la diversidad, de multiplicar los esfuerzos por caminar con armonía evitando el desgaste y el derroche. También para compartir preocupaciones y diversas formas de resistencia y construcción frente a los ataques a la salud de la Madre Tierra y de sus muchas comunidades. Para esperanzarnos en modos de vida, inclusivos y diversos, y celebrar la cosecha de los frutos que hemos sembrado. Hemos buscado encontrarnos para alegrarnos, para soñar, volar, despertar y resistir. Para solidarizarnos, escucharnos y aprender junto al cuidado de las plantas, los animales, la Tierra y nuestras vidas. Para continuar soñando con los sueños del mundo buscando “el Corazón de la Ciencia y la Vida”.

Coincidimos en que cuando hablamos de Una Sola Salud, estamos reivindicando la salud para todos y todas, no solo para nosotros, las y los seres humanos. Estamos reconociendo que somos una pequeña parte de un organismo viviente, una pequeña parte de un universo en que todo está entrelazado, un hilo en el tejido de la vida de este hermoso planeta, participantes todos de un equilibrio ecológico maravillosamente complejo. Estamos reconociendo que la salud humana es un reflejo de la salud de nuestro planeta. Reconociendo que nuestra Casa Grande, la Madre Tierra o Pachamama, es un macroecosistema que alberga millones de ecosistemas interconectados, cada uno con sus particularidades.

Durante estos intensos días hemos compartido testimonios y evidencias científicas de la devastación de la Tierra y de las enfermedades que esa destrucción –motivada por el sistema industrial de producción y consumo y su afán de lucro desmedido– provoca a las comunidades, los seres humanos y a otras formas de vida. Hemos visto testimonios de las múltiples interrelaciones entre la salud de la mente, los cuerpos, las estructuras económicas, políticas y los ecosistemas; y hemos intercambiado experiencias y evidencias del buen convivir en la sociedad y la naturaleza, para refrescar nuestros sentidos y retomar el camino de la complementariedad, la solidaridad y la cooperación con todos los seres.

Estamos construyendo una plataforma con todos los saberes para cuidar las semillas, la biodiversidad, la vida microbiana, nuestras economías y culturas, para detener la degradación de los elementos y recuperar la salud de la Madre Tierra y de nuestras comunidades.
Hemos comprobado como globalmente se intenta imponer un modelo de agricultura y alimentación industrial corporativo que conlleva una enorme devastación ambiental y causa hambre, malnutrición y destrucción de los territorios campesinos y de los pueblos indígenas. De la mano de las grandes corporaciones se siguen imponiendo en vastos territorios semillas transgénicas, monocultivos industriales y fumigaciones masivas con agrotóxicos. 
 
La concentración corporativa es cada vez mayor, siendo apenas un puñado las corporaciones que controlan los mercados globales de semillas, biotecnología, agrotóxicos, maquinaria agrícola y fertilizantes. Todo el proceso marcha hacia una mayor concentración en muy pocas empresas transnacionales, con el objetivo de convertir a los agricultores en meros esclavos de las empresas. Las leyes de semillas, las normas sanitarias y fitosanitarias, las nuevas tecnologías y la imposición en los mercados de alimentos ultraprocesados son algunas de las herramientas que el capitalismo está usando para imponer este sistema agro-alimentario. Un sistema que está ligado a la mayoría de las enfermedades más frecuentes de las personas, los animales y el planeta.

El extractivismo es otra faceta de este proceso de destrucción y a partir de los relatos concretos de compañeros y compañeras, de campesinos y pueblos indígenas, hemos podido compartir como con la minería a gran escala y a cielo abierto, la extracción de hidrocarburos, la imposición del fracking (fractura hidráulica) y otros megaproyectos se está expulsando a comunidades enteras y se las agrede, violenta y criminaliza frente a la justa resistencia que oponen, único camino que les queda para su supervivencia. Al mismo tiempo las mega-ciudades se han convertido en otro espacio del extractivismo, de la mano de la especulación inmobiliaria, la ocupación irracional del espacio urbano y la brutal utilización de recursos que el modelo de consumo implica.

También hemos podido ver que los llamados “Sistema de salud” son en realidad “Sistemas de enfermedad” donde el foco está puesto en el comercio y la mercantilización y donde el resultado es un sistema que enferma y mata, controlado, también en este caso, por un puñado de corporaciones (muchas de ellas también son corporaciones de agrotóxicos como es el caso de Bayer que hoy está en proceso de adquisición de Monsanto). En ese contexto los medicamentos industriales son, junto a la tecnología médica, una de las principales herramientas para el control de las vidas de nuestros pueblos. Las patentes, la concentración de medicamentos en pocos laboratorios y el uso abusivo de los mismos son todas facetas de una misma problemática.

Un capítulo especial merece el uso indiscriminado de antibióticos tanto en su uso por las personas como en su aplicación en la agricultura y la ganadería que está produciendo el surgimiento de microorganismos resistentes que se están convirtiendo en amenazas cada vez más graves y que muy pronto podrán ser incontrolables en nuestras sociedades.

También hemos podido reconocer en uno de los problemas más graves que afectan a nuestras sociedades, el de la basura, la muestra patente de una sociedad que se ha desentendido de los ciclos vitales y a perdido el control de su propio metabolismo para convertirse en una generadora de los gérmenes de su propia muerte.

¡Nos declaramos en resistencia contra este modelo de muerte!

Y por eso las resistencias de los pueblos fumigados, la de los pueblos originarios en sus territorios, el ejemplo de los recicladores, el de las mujeres movilizadas, las luchas contra los transgénicos, contra el fracking y contra la minería son ejemplos que alientan nuestro andar colectivo y solidario.

Pero al mismo tiempo, y porque sabemos hacia donde vamos, hemos compartido una enorme cantidad de saberes, propuestas, búsquedas, ideas, principios y paradigmas que conforman las semillas, diversas y complementarias, del mundo nuevo que está naciendo en nuestro andar.

En ese camino hemos podido reafirmar la necesidad de consolidar como base para nuestro andar la producción de alimentos sanos para pueblos libres. Únicamente la agri-cultura agroecológica de base campesina, diversa, local y en armonía con la naturaleza podrá producir alimentos saludables para nuestros pueblos como lo han venido haciendo a lo largo de los últimos diez mil años. Esos alimentos son los que nos nutren, los que nos vinculan con los otros, los que se enriquecen cada día de la cultura de nuestros ancestros, los que nos sanan, lo que nos hacen comunidad y los que nos permiten seguir dialogando con la naturaleza y generando diversidad.

En ese contexto, la Soberanía Alimentaria es la vía, principio y guía para recorrer el camino hacia un mundo sin hambre y que produzca alimentos saludables en armonía con la naturaleza. La Soberanía Alimentaria se expresa en las luchas de todos los pueblos ligados a la tierra que defienden sus territorios, sus bienes naturales, sus semillas y sus sistemas de vida. El único camino es lograr que ese derecho de los pueblos a decidir que cultivar y como hacerlo se instale a nivel global como norma y como práctica irrenunciable.

También encontramos en las luchas feministas, en los feminismos populares, en los movimientos contra la violencia contra las mujeres y en el cuestionamiento radical al sistema patriarcal dominante otra de las fuentes de inspiración que nos nutren, nos estimulan a la transformación y nos guían en el camino a una sociedad sin violencias. De estas luchas hemos aprendido que nuestros cuerpos también son nuestros territorios y que defenderlos y cuidarlos es un componente fundamental e integral de los territorios de vida que estamos defendiendo y construyendo. La diversidad es la base de todas las formas de vida y también de las resistencias. Denunciamos y nos solidarizamos contra los feminicidios en todas partes. Vemos como esencial la construcción y la lucha de las mujeres, aprendemos de la sabiduría de las mujeres indígenas y campesinas, reafirmando la necesidad de mantener y fortalecer los cuidados colectivos que todos tenemos que ejercer, de la Tierra y de todos los seres vivos.

Así podemos comprender que reparando y sanando los territorios podemos proteger la salud colectiva y garantizar una vida saludable para nuestros pueblos. Y así nos encontramos con la posibilidad concreta de una naturaleza que nos sane, nos nutra y nos permita vivir plenamente. Allí los microorganismos juegan un rol indispensable, por ser los mas viejos y mas numerosos en nuestro planeta, para sostener el balance de la vida promoviendo la diversidad, en su imprescindible contribución a los procesos biológicos esenciales y también en su resistencia a la toxicidad de nuestras medicinas.

Muchos de nosotros somos parte de grupos de investigación y educación dentro de universidades y buena parte de estos días los hemos dedicado a debatir sobre nuestro rol, nuestra responsabilidad y nuestros desafíos. A partir de estas conversaciones y nutriéndonos de las luchas por la Reforma Universitaria de Córdoba hace 99 años, nos vemos comprometidos a llegar a los 100 años de esa Reforma asumiendo los desafíos actuales y planteándonos:

-Así como en el año 1918 se planteó que los estudiantes debían tener un rol fundamental en la vida universitaria hoy nos planteamos que el aprendizaje basado y centrado en los pueblos y territorios debe ser el eje que se enarbole y ponga en práctica en la próxima Reforma.
 
-Nos comprometemos con la Ciencia Digna, ciencia para la vida como camino hacia un modelo de construcción de conocimiento que contemple la diversidad de saberes que habitan en nuestra diversidad de pueblos. Haciendo nuestras las palabras de Andrés Carrasco “Los pueblos latinoamericanos tienen el derecho irrenunciable a desarrollar una ciencia transparente, autónoma y que sirva a sus intereses. Para ello esa ciencia deberá comprometerse con honestidad, teniendo en cuenta que de no hacerlo así, puede violar su compromiso con la verdad, para formar parte de la legitimación que todo desarrollo tecnológico dominante requiere como instrumento de control y colonialismo”.
 
-Nos comprometemos a continuar investigando los signos y síntomas de la enfermedad que afecta a la Madre Tierra, a profundizar el estudio de los problemas que se presentan local, nacional y regionalmente, a generar evidencias que permitan fortalecer las acciones terapéuticas interactivas con la Madre Tierra, y a la elaboración de la “Guía Terapéutica Interactiva Planetaria”.
 
-Impulsaremos desde lo local proyectos y acciones de reparación y de sanación que permitan curar las heridas de la Madre Tierra, tales como la propuesta de Ciudades o Pueblos Inteligentes en el Cuidado de los Antibióticos, para cuidar la Vida.
 
-Frente a la crisis civilizatoria que de modo radical nos interpela en el presente creemos que la Universidad debe asumir un rol activo escuchando a los pueblos y comprometiéndose con los procesos sociales y políticos que ellos han puesto en marcha.
 
-Como científicas y científicos comprometidos con la sociedad y la naturaleza, reafirmamos el compromiso de trabajar por una ciencia independiente de las transnacionales, con y para los pueblos, siguiendo el ejemplo de Andrés Carrasco. Denunciamos el intento de los agronegocios por imponer nuevas formas de ingeniería genética, altamente riesgosas, englobadas ahora bajo el nombre de “edición genómica”, con la intención de que éstas lleguen a los mercados sin siquiera pasar por evaluaciones de bioseguridad. 
 
Denunciamos el esquema desde empresas y grupos de poder políticos y académico de empujar falsas “soluciones tecnológicas”, para aumentar sus ganancias con su venta y patentamiento, y evitar que se cuestionen las causas de las crisis, sean alimentarias, de salud, ambientales o climáticas. Denunciamos la estrategia de eliminación sistemática de militantes y defensores de nuestros territorios a nivel Global, pero fundamentalmente en América Latina. Denunciamos y rechazamos las estrategias de los Gobiernos al servicio de las corporaciones, que impulsan acciones como el Pacto Minero (en Argentina), las denominadas “Leyes de Semillas” que en realidad son leyes de protección de las corporaciones, la entrega de nuestros territorios al poder económico estableciéndose prácticas de eliminación de pueblos originarios y campesinos. 
 
Rechazamos el intento de liberar mosquitos genéticamente manipulados en varios países del continente, así como todas las propuestas de usar, comercializar y liberar animales, insectos y microorganismos manipulados genéticamente. Rechazamos enérgicamente las propuestas de frente a las crisis climáticas, manipular el clima (geoingeniería). Rechazamos el veto a la Ley de Semillas en Ecuador que abre las puertas para la introducción de transgénicos en el país violando la Constitución Nacional que los prohíbe. Exigimos la prohibición total de las fumigaciones con agrotóxicos en todo el continente. Exigimos que las autoridades desistan de mantener políticas que protegen la salud de las corporaciones, a costa de la salud de los pueblos y los territorios.

Todas las tecnologías, y particularmente las nuevas tecnologías, deben ser evaluadas desde la sociedad, con una multiplicidad de visiones y perspectivas, que integren académicos, científicos y otros trabajadores, vecinos y colectivos urbanos y campesinos, ambientalistas, movimientos de mujeres y género, pueblos indígenas, movimientos de salud colectiva y popular y otros. Saludamos la iniciativa de la Red de Evaluación Social de Tecnologías en América Latina, que recoge muchas de las perspectivas de los Congresos Socio Ambientales.
 
El camino que estamos recorriendo no puede transitarse sin enriquecerse y nutrirse del diálogo con el arte y los saberes ancestrales y es así que los relatos, la música, la danza, el teatro, las experiencias vivenciales nos enriquecen y nutren, son otras formas de expresar las historias de resistencia por la vida; historias de amor, libertad y esperanza que esperan ser contadas.

Vivimos en un mundo, invadido por las Corporaciones… Un mundo en el que sin embargo aún es posible construir resistencias saludables, desde los encuentros y diálogos que nacen del respeto a la diversidad, a los procesos cooperativos, propios de los pueblos que supieron darse el tiempo necesario para cuidar y domesticar las semillas, que permitieron las siembras vitales.

Esas siembras emancipatorias que, habilitaron a los pueblos a encarnar y hacer realidad el sueño de cosechar futuros soberanos para todos, en territorios saludables…

Podemos asumir el desafío de reconstruir nuestros territorios, a partir de recuperar una praxis capaz de reconocer el valor de la Diversidad y el Tiempo como dimensiones esenciales para hacer florecer una nueva Política, de los Encuentros, de lo Colectivo, la Cooperación, la Humildad, la Solidaridad, que ponga freno al extractivismo que se nos impuso, priorizando la Salud de la Madre Tierra por sobre la de las corporaciones.

Durante esta semana nos hemos nutrido de experiencias, vivencias, afectos y compromisos, proyectos y propuestas, salud y alimentos saludables y reafirmamos nuestro compromiso de sanar el planeta para recuperar el flujo de la vida y de seguir caminando con la palabra, la acción, la memoria y el saber de nuestros pueblos y científicos el compromiso con la vida y el Buen vivir construyendo juntos una sociedad justa, solidaria, saludable y esperanzadora.

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