Quito, 23 jul (EFE).- El guajango es una bebida espirituosa, una
especie de tequila dulzón, elaborado con el zumo de un penco o agave que
crece en el sur andino de Ecuador y que, según los habitantes de la
comunidad indígena de Gera, cura resfriados y aviva las fiestas en la
tierra del sol.
Este licor aparece en Gera durante la Navidad y en el Inti Raymi
(Fiesta del sol, en quichua andino) que se celebra en la época del
solsticio de verano (junio), la temporada de las cosechas, aunque las
familias guardan raciones para otras celebraciones comunitarias.
Francisco Lima Macas, un dirigente de Gera, conoce el proceso de
elaboración de la bebida y las diversas propiedades y servicios que se
obtienen durante su preparación.
El agave se cultiva en los linderos de los terrenos de las más de
cien familias que integran esta comunidad, pero crece también en el
perímetro de El Mirador, un balcón natural desde donde se divisa el
fértil valle de Saraguro, en la provincia andina de Loja, en el sur
ecuatoriano.
Lima Macas es un experto al momento de abrirse paso entre las
afiladas hojas del penco para llegar a su corazón, donde coloca un
recipiente para recoger el zumo de la planta durante varios días, a
veces más de veinte.
Ese zumo, llamado mishqui, es también usado como una bebida
refrescante, que no contiene pizca de azúcar y que resulta muy agradable
en las largas jornadas de la faena agrícola en esta localidad.
El mishqui, además, es usado por los habitantes de la región como
medicamento, pues cura resfriados y hasta el reumatismo, y es “muy bueno
para los riñones”, según Lima Macas. Además, el mishqui hervido suele ser mezclado con machica o harina de
cebada para formar una especie de masa o “chapo”, que es una delicia y
“un gran alimento” para niños y adultos.
Esta bebida es guardada por las familias de Gera en recipientes de
barro donde se fermenta y da paso al guajango, el licor que deleita a
los mayores, especialmente a los turistas que vistan esta región de
Ecuador para disfrutar del llamado “turismo comunitario o vivencial”.
Gera, situada en un sector periférico de la ciudad de Saraguro, se ha
integrado a una red de turismo impulsado por este Municipio, que desde
hace algunos años apostó por entregar a la comunidad el manejo turístico
de la zona.
Por ello, son muchas las familias que han adecuado sus viviendas para
acoger a visitantes nacionales y extranjeros que opten por pasar sus
vacaciones conviviendo con la comunidad. Sobre todo, llegan de Estados Unidos, Holanda, Francia, Alemania y
otros países europeos, pero también del vecino Perú, de Colombia y
algunos ecuatorianos de otras regiones.
Segundo Sarango, alcalde de Saraguro, considera que el “turismo
comunitario” es una apuesta que cada vez gana espacio, por el interés
creciente de volver a convivir con la naturaleza y dejar de lado, aunque
sea un poco, al vertiginoso mundo de la tecnología. Los turistas, explicó Sarango, pueden llegar a Saraguro en familia
con la intención de “convivir con la agricultura, cosechar los productos
que brinda la tierra, prepararlos y ser parte de esa relación con la
Madre Tierra”. “Los niños son también parte de esto y los padres se involucran con
los valores comunitarios”, añadió el alcalde al destacar que uno de los
principios del turismo vivencial que se practica en esta región es
involucrar a los visitantes con la vida diaria y con las fiestas que se
suceden a lo largo del año.
Una gastronomía sana, exenta de productos químicos en el cultivo, así
como una relación estrecha con el medioambiente, provocan en los
visitantes una reacción positiva, porque es como si renovasen sus
energías.
Para los turistas más audaces, en la zona también existen varias
cascadas consideradas por las comunidades como sagradas, por la claridad
de sus aguas que purifican el alma y el cuerpo.
Después del chapuzón en las gélidas aguas de las cascadas de Saraguro, el guajango se convierte también en un cálido elixir.
Fuente de investigación:
Inquietudes
¿Puede la alimentación sana, sin agrotóxicos, transgénicos, hormonas y antibióticos, convertirse en una comunidad de compartición de saberes fomentando la interculturalidad, para ser replicado en otros lugares del mundo?
¿Puede el turismo vivencial, antropológico y cultural ser una forma de autogestión económica y alternativa ante la crisis económica, el centralismo gobiernista y el modelo extractivista primario-exportador que devasta la naturaleza de las comunidades?
En otros lugares de Ecuador, como en la provincia del Azuay, también comunidades como Río Blanco, parroquia Molleturo, Cuenca, han tomado el turismo vivencial y comunitario como alternativa a la explotación transnacional minera.
De igual forma en el cantón Nabón, provincia del Azuay, hay magníficos ejemplos de autogestión cultural, agroecología, y procesos culturales comunitarios, que hasta llegan a ser un punto de práctica y estudio de la sabiduría andina del Sumak Allin Kawsay (Esplendoroa Vida), liderado por mujeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario