lunes, 31 de julio de 2017

Necesidades y equívocos alimentarios



Necesidades y equívocos alimentarios
Verónica Villa (Grupo ETC)

1.  Fundamentos materiales de la existencia humana. Dice Karl Polanyi que es un hecho innegable que los seres humanos tienen necesidades fundamentales materiales, y que deben derivar su subsistencia de una interacción constante con sus entornos naturales.1 Karl Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach, plantea una definición de la actividad humana (praxis) que radica en su carácter real y objetivo: la acción transformadora que se ejerce sobre la materia prima, sobre los medios o fuerzas productivas.

2 Así que la premisa de la existencia humana es el sustrato material del que deriva su mantenimiento, sobre el que se asienta, desarrolla y complejiza. La primera necesidad podría entenderse como lo que Bolívar Echeverría llama la praxis económica: el proceso de trabajo que asegura la supervivencia, que además de “vencer la escasez” es una actividad “ilimitadamente creadora, capaz de provocar y satisfacer cualquier tipo de necesidades”.

3. No puede negarse la materialidad del cuerpo humano y del mundo en el que existe. Esta materialidad es el sustento de cualquier construcción subjetiva, histórica, cultural de las necesidades y sus satisfactores: si no existe el cuerpo que las anhele y las gestione, no existe nada.

4. Las necesidades como el momento de síntesis y reproducción de la vida humana. El sujeto social humaniza la naturaleza y el resultado de esa humanización es el punto de partida para nuevas modificaciones del mundo. Los bienes que produjo al trabajar, al asegurar la supervivencia, son lo que consumirá para recomenzar la dinámica de transformación, trabajo, producción o humanización del mundo. El sujeto social es quien transforma, pero también es transformado a partir de lo que hereda de quienes le antecedieron en la acción. Lo necesario para seguir adelante, el conjunto de condiciones, aprendizajes, instrumentos, impulsos y materiales que hacen posible la continuidad de la vida humana, constituye el “sistema de necesidades” del sujeto social.

5. Producir (hacer uso y refinamiento de las habilidades, de la capacidad de humanización y transformación de la naturaleza) y consumir (el momento de la satisfacción de las necesidades de supervivencia y la creación de nuevas necesidades, momento de síntesis), son dos estadios del mismo devenir social, separables únicamente para entenderlos, pero en movimiento permanente y protagonizados por los mismos sujetos: todos producen y consumen todo el tiempo. En el momento del consumo se satisfacen las necesidades para la reproducción del individuo y del mundo que vamos recreando y modificando. La forma natural de la reproducción humana supone esta adecuación entre capacidades y necesidades.

6. La ruptura en el flujo natural de satisfacción de las necesidades. Sin embargo la economía de mercado, y posteriormente el capitalismo, introdujo una mediación en este flujo de producción y reproducción, en esa adecuación de las capacidades infinitas para con las necesidades abiertas. El producir para el mercado introdujo un obstáculo entre la producción y el consumo. Esta mediación es que lo producido ya no necesariamente se adecúa a lo necesitado, sino al mercado. Entre producción y satisfacción se interpone el mercado, y posteriormente el capitalismo. En palabras de Bolívar Echeverría, en la época moderna, “el proceso natural de reproducción [de los seres humanos] no obedece a un telos (fin o propósito) propio capaz de sintetizarlo sino a uno ajeno —enajenado— que es el telos cósico del valor instalado como sujeto que se autoafirma, que se valoriza: el telos de la acumulación de capital.” Desde la perspectiva de la crítica del capitalismo, el hecho de que se haya roto el metabolismo natural entre la naturaleza y la humanidad llevó a reproducir sistemáticamente la situación de escasez entendida como la permanente insatisfacción de las necesidades.

7. Luego esta insatisfacción se “naturalizó” como parte de la condición humana. David Cayley hace la crítica de este proceso a partir de Karl Polanyi, quien llamó “falacia economicista” el pensar que la economía de mercado (definida liberalmente como la asignación de medios escasos a fines alternativos) es la forma en que la humanidad resuelve su subsistencia. “Hacer lo mejor con lo que se cuenta” es dar por hecho que la gente quiere más de lo que puede tener, que nunca hay lo suficiente para la satisfacción de todos. Equivale a decir que la escasez es una premisa y que por lo tanto, la gente debe pelear por los bienes escasos. Es asumir que la competencia y la insatisfacción crónica de las necesidades son propiamente humanos.

8. Además de considerar las necesidades como una carga que sepadece y como fuente inagotable de frustración, ocurre el sometimiento de las capacidades humanas a la producción de objetos que incluso se crean para terminar con la vida misma ( por ejemplo armas).
Los debates sobre las necesidades (qué son, cómo se configuran, cómo se resuelven) son muchos y están abiertos. Sin embargo estas breves premisas desde la perspectiva de la crítica del capitalismo ayudan a entender algunos de los problemas actuales de la alimentación, siendo ésta una de las necesidades fundamentales innegables del ser humano, aparte de la diversidad de sus formas históricas y culturales.

Otro matiz de la ruptura entre capacidades y necesidades. Iván Illich argumenta que el sistema económico dominante ha introducido una lógica de desarrollo que consiste en expropiar las capacidades que tienen las comunidades para resolver su vida en términos propios (autonomía, autodeterminación) y en su lugar satisfacer las necesidades con bienes de mercado. Expropiar las capacidades, explica Illich, incluye el despojo de los medios y los objetos de la producción, del trabajo, pero también la censura de los saberes locales, las tradiciones, las tecnologías adecuadas, (el derecho al precedente), el lenguaje, la percepción, y todas las formas de expresión del intelecto, el espíritu y la epistemología.8 Jean Robert llama a este momento en que se despoja a las comunidades de sus fuentes y medios de subsistencia “la enajenación originaria”,9 el momento en que “la destrucción de capacidades autónomas permite crear las necesidades de bienes económicos”.

Es decir, que para poder expandirse, el capitalismo deshabilita a las comunidades y las sociedades impidiéndoles resolver de manera congruente el metabolismo entre la producción y el consumo. Illich le llama a esto: “man made misery” —miseria fabricada por los propios seres humanos.

Entre más deshabilitados estemos como personas y como colectivos, más necesitaremos de alguien o algo fuera de nuestro control para satisfacer las necesidades.

Y no se detiene allí: quien venga tendrá el poder de indicar qué necesitamos, lo que Illich calificó de monopolio radical: la situación en que cada persona y cada comunidad se convencen de que lo que necesitan es lo que les ofrecen los monopolios: la alimentación que necesito es la que promueven las corporaciones, o los grupos de expertos (nutriólogos, funcionarios de la FAO, médicos); la forma de obtenerla siempre debe tener la lógica industrial.

En este punto, las necesidades se hacen equivalentes a las mercancías. Se crea y se expande una red de especialistas cuya misión es convencernos de que necesitamos lo que ellos dicen, a semejanza de cómo trabaja la mafia.

9. La canasta básica y la comida chatarra. En México, en el momento en que la industrialización requirió fuerza de trabajo barata (para la sustitución de importaciones y procesos paralelos como el crecimiento urbano, el tendido de carreteras, puentes, comunicaciones en general) fue muy importante que hubiera alimentos producidos a bajo costo. Estos alimentos provenían de las unidades campesinas que se reproducían bajo la lógica de la subsistencia, no para colocar excedentes en el mercado, y sin embargo, siendo México a mediados del S. XX un país aun eminentemente rural, esta agricultura de autosustento daba de comer, a precios no fijados por el mercado, a toda la población rural e hizo posible la migración de fuerza de trabajo subsidiada hacia las urbes para consolidar los procesos de industrialización.

El establecimiento de precios de garantía, los subsidios directos a la producción agraria, el tope de precios, todo eso contribuyó a mantener barata la canasta básica y por lo tanto, salarios bajos.
Esta lógica de mantener bajos los salarios manteniendo bajo el costo de reproducción del trabajador no ha cambiado, solamente que ahora las calorías necesarias para desempeñarse —hacer los colados de los edificios, aguantar el trayecto a la oficina o a la fábrica, trabajar en la parte más pesada del mantenimiento de la mega urbe, o cualquier actividad que contribuya a la valorización del capital— provienen principalmente no de la agricultura campesina, sino del sistema industrial de producción de alimentos, basado en unos pocos cultivos a partir de los cuales se confeccionan comestibles de larga vida de anaquel, con alto contenido de azúcares, sales y grasas además de los conservadores, saborizantes, aromatizantes y mejoradores de la apariencia (texturizadores, colorantes, etcétera).
Michael Pollan ha reconstruido la historia de las “necesidades nutricias” en Estados Unidos. En sus recuentos explica cómo han ido conformándose los modelos de nutrición promovidos desde el Estado (en su rol de garante de la salud y bienestar de los gobernados), o los indicadores de la ingesta mínima y máxima de diversos nutrientes, según se desarrolla la producción y venta de ciertos cultivos. Es decir, la agricultura industrial promueve sus excedentes, y sus mercaderes pueden incluso comisionar estudios científicos para colocar exitosamente éste o aquel ingrediente, derivado de éste o aquel cultivo.

Pollan dice que los estudios científicos que han promovido en su turno la margarina, la dieta baja en carbohidratos, los licuados de clorofila, los quesos y leches de soya, los endulzantes de maíz, los súper alimentos (hoy en día tenemos al coco, la chía y la quinua) son, más que nada, relaciones públicas e ideología en argot técnico pagada por la industria de los alimentos procesados.

Está el caso de la fórmula que sustituye al amamantamiento. Aparejada con innovaciones en la división del trabajo que posibilitaron que las mujeres accedieran a trabajos (y salarios) fuera de la casa, la “leche maternizada” se ha ido colocando hasta el día de hoy como algo necesario para que los niños sobrevivan, incluso si la madre tiene buen tiempo de amamantar.

Desde su primera noche en la Tierra, los bebés reciben el golpe de azúcar del cual será muy difícil liberarse por el resto de sus vidas. Las familias tienen que destinar enormes presupuestos a comprar fórmulas y toda la parafernalia necesaria por un mínimo de dos años. Como a los niños les hace bien lo dulce, lo pleno de glucosa, y efectivamente ganan peso muy rápido, las leyes laborales sobre permisos de maternidad han quedado intocadas por décadas. Gabrielle Palmer afirma que si todos los bebés que nacen en el mundo recurrieran de entrada a la alimentación en botellas, las ganancias anuales de las compañías que fabrican la leche “maternizada” se incrementarían más de 5 veces. Es éste el mercado tras el que van. Entre las familias pobres del planeta la adquisición de fórmula, botellas y esterilizadores drena una buena parte de sus ingresos.

En el espejismo de nutrir al más pequeño, se empobrecen y desnutren todos los demás. Entre más aceptada es la leche artificial, más crecen las ganancias de los fabricantes. La fórmula para bebés es el alimento más caro en las compras cotidianas de cualquier familia, rica o pobre. En Nigeria una ración cuesta más de 2.5 salarios mínimos. En Uganda llega a costar 9 salarios mínimos.

El sociólogo Jorge Veraza explica, a partir del concepto “subsunción del consumo,” cómo el capitalismo hace que los sujetos necesitemos lo que el capital produce en términos de nuestra reproducción inmediata: lo que consumimos en la vida cotidiana, sean alimentos, ropas, relaciones, emociones específicas, “estilos de vida”, de tal modo que los sujetos son producidos a como el sistema requiere.

La imposición de patrones de consumo y la subsunción del consumo se complementan, o pueden entenderse como aspectos del mismo fenómeno. Por un lado ciertas mercancías alimentarias se presentan como las mejores opciones (porque hay excedentes o porque imponerlas en los puntos de accesibilidad y ponerlas de moda es muy rentable) y por otro lado el “productivismo paroxístico” que demanda el ritmo de trabajo en la actualidad, solo puede cumplirlo el cuerpo humano a partir del consumo específico que ofrece el sistema.

Así que por un lado tenemos la “creación de necesidades”, mediante propaganda, para que el mercado de bienes y servicios fluya; pero por otro tenemos que en verdad son necesarias las calorías de rápida absorción que brindan los refrescos, las grasas hidrogenadas, las harinas refinadas que se encuentran en cualquier producto de las tiendas “de conveniencia” Oxxo, Eleven, Super-K, y todos los supermercados.

Esto constituye la “dieta neoliberal”. El resultado, para Illich, a la vuelta de la enajenación de las capacidades, es la “tantalización de las necesidades” es decir que dentro de las economías orientadas al mercado y la “cultura de la commodity”, los satisfactores tienen una contrafinalidad intrínseca: lo que dicen resolver lo empeoran, en vez de dar vida, dan muerte. Veraza dice: “la alimentación se encuentra predeterminada en forma sistemática y, en el caso de la nuestra, por cierto, en un sentido altamente nocivo para la salud.”

Regresando al caso mexicano: mantener a la baja los salarios resolviendo la canasta básica con harinas refinadas y azúcar haredundado en diabetes, hipertensión y obesidad. Cada vez hay mayor evidencia científica de que la aparición y prevalencia de la diabetes se debe a factores nutricionales. “La dieta neoliberal coincide nítidamente con el crecimiento del sobrepeso y la obesidad a niveles de epidemia.” 

En México la diabetes ya es la primera causa de muerte y se espera que aumente 40% en los próximos 10 años.25 Se calculaba que 100 mil mexicanos morirían de diabetes en 2015. Siete de cada 10 personas en México padecen sobrepeso y 3 de cada 10 niños. México es el primer lugar mundial de obesidad y sobrepeso en niños y el segundo en adultos.27
En el ámbito global, la FAO espera que la obesidad se duplique para 2030. Las pérdidas en productividad y en gastos por enfermedades relacionadas con la malnutrición y el sobreconsumo excedieron ya los 4 billones de dólares por año, equivalentes a más de la mitad del valor mundial del mercado de comestibles.28

10.. Algunas preguntas finales Así que la pregunta no es si las necesidades actuales son falsas o verdaderas, sino ¿de quién son? ¿son realmente del sujeto, o del capitalismo? Un sujeto en libertad para trabajar en lo que quiera, ¿necesitaría el golpe de glucosa que hace a los obreros salir a enfrentar la ciudad y la fábrica?

Una mujer que contara con toda la certeza material y emocional para ser madre ¿necesitaría las fórmulas? Tendríamos que entender cómo algunas “necesidades” son en realidad la imposición de ciertos patrones de consumo. El problema con la comida chatarra es precisamente cómo los satisfactores, los bienes que se producen para satisfacer las necesidades, en realidad tienen una finalidad ajena, que es el apuntalamiento del sistema económico de mercado.

Es un hecho que el debate sobre las necesidades no está cerrado, pero eso no obsta para que sea posible hacer una crítica del contenido de las necesidades. La crítica de la satisfacción de las necesidades es una cuestión de vida o muerte, literalmente.

Alimentamos nuestros pueblos y construimos movimiento para cambiar el mundo

VII Conferencia Internacional de la Vía Campesina: 

Declaración de Euskal Herria



“Alimentamos nuestros pueblos y construimos movimiento para cambiar el mundo”

Euskal Herria-País Vasco, 16 al 24 de julio de 2017





     Delegados y delegadas de La Vía Campesina, en representación de nuestros movimientos y organizaciones, estamos reunidos en el País Vasco del 16 al 24 de julio de 2017 para celebrar nuestra VII Conferencia Internacional. Euskal Herria es una hermosa tierra de solidaridad, lucha, resistencia, con lengua propia, donde la tradición de la buena comida producida por los campesinos/as y pescadores/as locales se mantiene viva. Nosotros los campesinos/as, trabajadores/as rurales, sin tierra, pueblos indígenas, pastoralistas, pescadores/as artesanales, mujeres campesinas, y otros pueblos que trabajan en el campo de todo el mundo declaramos que alimentamos nuestros pueblos y construimos un movimiento para cambiar el mundo.



     Con el auge del capital financiero, se ha producido un periodo de acaparamiento desenfrenado de nuestra agua, semilla, tierra y  territorio.  Se impulsan tecnologías peligrosas, a veces con impactos irreversibles, como los transgénicos, la producción animal confinada en gran escala, y la biología sintética.  Se acelera la sustitución de las economías productivas reales por la economía financiera, bajo el dominio del capital especulativo. Las megafusiones concentran más que nunca el dominio sobre los sistemas alimentarios. Hay una nueva fórmula de neoliberalismo combinado con discursos de odio, en que los problemas causados por la misma concentración de riqueza están siendo usados para dividir nuestros pueblos y crear conflicto étnico, religioso y migratorio.  Estamos frente a una oleada de violaciones de nuestros derechos humanos, con compañeros y compañeras asesinados, encarcelados, torturados y amenazados por todo el mundo.



     Los acaparadores de recursos hacen la guerra contra nosotros, muchas veces a través de la OMC, Banco Mundial, FMI, el imperialismo, los tratados de libre comercio y las leyes que privatizan nuestros bienes comunes, pero cada vez más a través de los bombardeos, las ocupaciones militares y las medidas económicas genocidas. Nos solidarizamos con Palestina y otros pueblos que continúan sufriendo y resistiendo frente a estas imposiciones. Millones de migrantes y refugiados están siendo desplazados forzosamente por la guerra, y la falta de acceso a las necesidades más básicas. Además se siente en muchas sociedades un viento frio de xenofobia, racismo, fundamentalismo religioso y odio de clase.



     La criminalización de la migración y de la protesta social está vinculada al poder mediático corporativo hegemónico que demoniza a los sectores organizados del pueblo. Los medios de comunicación corporativos defienden los intereses del capital y últimamente están promoviendo el derrocamiento de algunos gobiernos y colocando a otros. El poder mediático manipula a grandes sectores de la población, creando las condiciones para las violaciones de derechos humanos.  



      El sistema capitalista y patriarcal no es capaz de revertir la crisis en que vive la humanidad, solo sigue destruyendo a nuestros pueblos y a calentando la Madre Tierra. La Tierra está viva pero el capitalismo es una enfermedad que la puede matar.  





Frente a esta grave situación, nosotros y nosotras:


1. Alimentamos nuestros pueblos:


      Durante más de medio siglo, nos vendieron la idea de la “revolución verde,” que nada tiene de revolución ni de verde. Bajo el pretexto de productividad a corto plazo, este modelo de agronegocio ha envenenado el suelo, monopolizado y contaminado el agua, tumbado los bosques, secado los ríos y sustituido la semilla nuestra con semillas comerciales y transgénicas. En vez de acabar con el hambre, el agronegocio ha creado más problemas de alimentación, y desplazado a los pueblos del campo. Es un modelo de agricultura sin campesinos/as y altamente excluyente. Mientras el agronegocio recibe las subvenciones y las políticas favorables, en nuestra agricultura campesina e indígena seguimos haciendo lo que hemos hecho por milenios: producir alimentos sanos para nuestras familias, comunidades y pueblos.   



      Mientras los gobiernos imponen leyes de semillas que aseguran la privatización y las ganancias de las trasnacionales, nosotros cuidamos las semillas campesinas, trabajadas, elegidas y mejoradas por nuestras antepasadas. Las semillas nuestras están adaptadas a nuestras tierras, donde con manejo agroecológico producimos sin necesidad de comprar agro-tóxicos ni otros insumos externos. Nuestra agroecología campesina alimenta al suelo con materia orgánica, se base en la biodiversidad,  conserva y recupera variedades campesinas de semillas y razas de animales, trabajando con la sabiduría de los pueblos y con la Madre Tierra para alimentarnos. Su fuente principal es el conocimiento campesino indígena, ancestral y popular que hemos acumulado durante generaciones, día a día, mediante la observación y la constante investigación en nuestras tierras, compartido después en nuestros intercambios entre campesinos y campesinas y entre nuestras organizaciones. Nuestra agroecología tiene un carácter campesino y popular; no se presta para las soluciones falsas como el capitalismo “verde”, los mercados de carbono y la agricultura “climáticamente inteligente”.  Rechazamos cualquier intento de cooptación de la agroecología por el agronegocio.



      La agroecología campesina es la base de nuestra propuesta y visión de la soberanía alimentaria de los pueblos del mundo. Para hacerlo, urge la genuina reforma agraria integral y popular, la defensa de los territorios indígenas y campesinos y la recuperación de los sistemas alimentarios locales.



    Además de fortalecer y desarrollar nuestros mercados campesinos, necesitamos construir nuevas relaciones entre las clases populares del campo y de la ciudad, así como nuevos canales de distribución y de venta, construyendo un nuevo modelo de relaciones humanas, económicas y sociales, basadas en el respeto, la solidaridad y la ética. Con la reforma agraria, la agroecología campesina y la soberanía alimentaria enfriamos el planeta y construimos sociedades más justas y humanas.





2. Construimos movimiento:



     La humanidad en crisis busca soluciones. Cada vez más, nuestro movimiento es un referente para los pueblos que luchan. La Vía Campesina sigue creciendo y nuestra propuesta se fortalece. Sin embargo, nuestros enemigos también se fortalecen y nuestra construcción de movimiento enfrenta retos para seguir avanzando.



     La lucha de masas es el corazón de La Vía Campesina. El trabajo de base de nuestras organizaciones debe fortalecerse, para integrar más trabajadores y trabajadoras del campo, más campesinos y campesinas, más comunidades indígenas, más migrantes, más pueblos de la diáspora africana, más afectados/as por el modelo del capitalismo agro-hidro-extractivista. Tenemos que fortalecer las alianzas a nivel local, nacional e internacional, sobre todos entre las clases trabajadores del campo y de la ciudad.  



    Nuestro movimiento tiene como enemigo el patriarcado. El carácter feminista de La Vía Campesina fortalece nuestra unidad y compromiso para luchar con igualdad y equidad de género. Una clave para fortalecer nuestras propias organizaciones y lograr alianzas más amplias es la construcción de un movimiento feminista campesino dentro de La Vía Campesina. Fortaleceremos la participación política de las mujeres en todos espacios y niveles de nuestro movimiento. Nuestra lucha es por el fin de todos los tipos de violencia contra la mujer: física, sexual, psicológica, y económica. Nos comprometemos a incrementar nuestras capacidades para entender y crear ambientes positivos en torno al género, dentro de nuestras organizaciones y en nuestras alianzas. La falta de tolerancia a la diversidad es parte del proceso del despojo de jóvenes del campo. Un campo diverso, no violento e inclusivo es fundamental para La Vía Campesina.



     En todo el mundo la juventud ha sido cada vez más expulsada del campo por las diversas formas del capital, y el patriarcado y la discriminación por edad restringen su visibilidad y plena participación en nuestras organizaciones. Nosotros y nosotras nos comprometemos a las nuevas generaciones en el campo y en nuestro movimiento, buscando por la plena incorporación de la juventud en espacios de liderazgo y toma de decisiones dentro de nuestras organizaciones, en la formación y en la producción de alimentos agroecológicos.



    Millones de nosotros/as migramos como una forma de resistencia para no desaparecer como pueblos, como campesinos/as, como mujeres o como jóvenes. Desafiamos fronteras, derribamos muros, y enfrentamos el racismo y a la xenofobia.  Construimos un movimiento articulando a campesinos/as, trabajadores/as rurales y migrantes, no como víctimas merecedoras de asistencia, sino como titulares de derechos, incluyendo nuestro derecho al libre movimiento.



      Nuestro trabajo con nuestros aliados por lograr una Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales es de importancia fundamental para cientos de millones de personas en el mundo. Reforzaremos el trabajo en los países para lograr su adopción. Este instrumento crucial fortalecería los derechos de los pueblos del campo para proteger sus medios de subsistencia y seguir alimentando al mundo.



     Tenemos que seguir acelerando la formación política e ideológica, organizativa, y técnica con nuestros propios pensamientos, formando las personas para la lucha y para la transformación, ya que tenemos claro que la educación convencional rompe con nuestra identidad y pensamiento. La formación es crucial para que nuestros movimientos creen sujetos nuevos y activos, sujetos para forjar nuestro propio destino. En nuestra lucha es necesario también seguir construyendo nuestra propia comunicación autónoma y alianzas con los medios alternativos, que nos tornen conscientes de nuestra cultura, de nuestra dignidad, y de nuestra capacidad para transformar la sociedad.



3. Para cambiar el mundo:



      El camino es largo. Estamos creciendo como movimiento, pero el capitalismo salvaje y las guerras de un sistema mundial en crisis ponen a todos nosotros y nosotras, nuestras comunidades, organizaciones y sociedades en peligro. Frente a la barbarie urge construir otro futuro para la humanidad. En un contexto extremadamente complejo, La Vía Campesina es un motor de lucha por la transformación y vela por la paz en el mundo. A través de nuestro trabajo diario en el campo, nuestro aporte mundial a la alimentación, nuestras alianzas y nuestra lucha por la soberanía alimentaria, hemos logrado la confianza de buena parte de los pueblos y movimientos. Nosotros y nosotras asumimos la responsabilidad de seguir sembrando la paz en este planeta, igual como hemos globalizado la lucha y sembrado la esperanza en todos los rincones del mundo.

      De especial importancia es que nuestra lucha ha logrado un nuevo reconocimiento al campesinado, y ha logrado cambiar los propios términos de los debates internacionales y nacionales sobre la alimentación, la agricultura y el campo. No más se formularán políticas sin que nuestras voces sean escuchadas en voz alta, o sin estar sobre la mesa los temas de los derechos campesinos, la agroecología, la reforma agraria y sobre todo, la soberanía alimentaria.

     Crecer y fortalecernos como movimiento significa cuidar el trabajo de base, formar alianzas, luchar contra el patriarcado, el imperialismo y el capital financiero con convicción, compromiso y disciplina. Esta lucha es crítica para la humanidad y la supervivencia de la Madre Tierra. Desde Euskal Herria, hacemos un llamado a los pueblos del mundo a luchar con nosotros y nosotras. Es hora de construir un mundo fraterno y solidario entre los pueblos.

“Alimentamos nuestros pueblos y construimos movimiento para cambiar el mundo”



¡Globalicemos la lucha!

¡Globalicemos la esperanza!

Minga Informativa de Movimientos Sociales
http://movimientos.org/

EL AGUA DE PANELA Y LA PANELA

Hay bebidas utilizadas por nuestros abuelos que se pierden en la memoria de los tiempos, sino que por su humildad, y por ser reemplazadas por las bebidas energetizantes, hidratantes y gaseosas carbonatadas, -como nos ha vendido la publicidad y la propaganda de los medios masivos de comunicación-, han quedado relegadas como "humildes y pobres", desconociendo su valor nutritivo y alimentario. Una de esas bebidas es el agua de panela, o "aguapanela".

CONCIDENCIAS DE HUMILDAD Y CONSTANCIA

      Hay coincidencias, la madre de la ecuatoriana Campeona Mundial Juvenil de Marcha, Glenda Morejón, vende frutas en el mercado de la ciudad de Ibarra, la madre del Medalla de Oro Olímpico de Marcha, Jefferson Pérez, también vendía frutas en un mercado de la ciudad de Cuenca. Ambos atletas nacieron en hogares humildes, pero muy unidos. Glenda, marchó y entrenó con zapatos parchados, un mérito para una deportista que no tenía el gran apoyo ni de gobierno, ni de empresa privada, sin embargo ella y su familia, "metieron el hombro" para emprender, así que la medalla es un ejemplo de comunitarismo.


Jefferson Pérez Quezada (Ecu), Medalla de Oro Olímpica en Marcha, Atlanta, Estados Unidos 1997


      Glenda se hidrata para competir con agua de panela, en Colombia los ciclistas campeones mundiales de los circuitos de América y Europa, aseguraron que su hidratación es con "aguapanela", la bebida es considerada la más humilde en el país del vallenato. Hasta el gran defensa  central, seleccionado ecuatoriano de fútbol, Iván Hurtado, mordía pedacitos de panela, antes de jugar los partidos de fútbol, que permitió que Ecuador clasifique por primera vez a un Mundial de Fútbol en el año 2002.



Glenda Morejón (Ecu), Medalla de Oro en Marcha, Campeonato Mundial Juvenil 2017


      ¿Que tiene el agua de panela, o el aguapanela, la bebida más humilde que consumen los pobres en Ecuador y Colombia?


Nayro Quintana (Col), campeón mundial de ciclismo de ruta en varios lugares de América y Europa

       La panela es confeccionada hirviendo a altas  temperaturas el jugo de la caña de azúcar. Hay panela blanca, panela morena, y panela negra que es la más pura, recomendada para las personas con altos niveles de azúcar en la sangre.


Panela confeccionada con jugo de caña de azúcar

       
     En el área andina, la panela se consume para combatir el frío, los montañistas y andinistas, utilizan panela y agua de panela para llegar a su meta; en Bogotá los más humildes, pobres e indigentes toman aguapanela para combatir las gélidas noches. 


Aguapanela, bebida ya considerada tradicional en la colombiana

        
     Quizá la composición de azúcares de la panela confeccionada con caña de azúcar es la que da energía al cuerpo.

       De todas formas, ¿cómo un bebida tan humilde, sin ningún pergamino propagandístico (Gatorade, Powerade, Coca Cola, Pepsi Cola, por ejemplo), puede estar en los podios más altos de la alta competencia atlética y deportiva mundial?

Innovación desde la raíz

JÓVENES EMPRENDEDORES RURALES: CULTIVA INNOVACIÓN



       Hay innovación en empredimientos en el sector rural ecuatoriano dignos de ser replicados. Uno de ellos es la cerveza artesanal KAPAK, realizada a base del jugo del penco en Saraguro, provincia de Loja, por jóvenes lojanos del sector rural.



       El valor agregado de esta "novedosa" cerveza, es que nace de la inspiración de la bebida ancestral saragureña denominada wajango, que es resultado de la maceración en procesos microbiológicos y bacterianos del jugo del penco colocado en viejas y ancestrales vasijas de barro.



     El wajango es una bebida recomendada muy para enfermedades como gripe, tos y el dolor de huesos. La cerveza KAPAK, seguramente servirá para el esparcimiento socio-cultural, un rubro muy importante para garantizar el derecho al ocio y al esparcimiento en esta sociedad de hoy.




     Estudios y ejemplos de esta tesitura se necesitan en el país, para evitar caer en el "folclorismo" y "pachamamismo" etnocentristas culturales que "utilizan" la cultura de los pueblos en pos de su sabiduría y el rédito económico capitalista, monopólico y egoísta.