jueves, 16 de julio de 2020

Herencia musical milenaria Linda Pichamba, Ñanda Mañachi, Ecuador



HERENCIA MUSICAL ANCESTRAL: LINDA PICHAMBA, ÑANDA MAÑACHI-ECUADOR.


Linda lleva la música en la sangre, es hija de José Luis Pichamba, uno de los fundadores del grupo musical ecuatoriano Ñanda Mañachi, que desde la comunidad de Peguche, Otavalo, llevaron la herencia musical a todo el mundo como embajadores culturales de los quichuas de la sierra norte.

Desde muy niña, Linda ha pasado por varias instancias culturales y musicales comenzando por el mismo Ñanda Mañachi en donde cantaba con su vos muy aguda; luego estudió música en un colegio de la provincia de Imbabura, más tarde integró e integra los proyectos: Quichua Marka, Waminsi (Grupo femenino de música ancestral), Juyungo (música de fusión de los quichuas y los litoraleños de Ecuador), y el Taller de Construcción de Instrumentos Musicales en Peguche.

Proyecto Ruta Norte: Coplas de Kayambí-Karanquí, Ecuador

Linda, junto a la musicóloga y Directora de la Orquesta Intercultural de Otavalo, Natalia Luzuriaga, emprendieron en el proyecto Coplas en la Ruta Norte. Durante cuatro meses diseñaron una ruta de cantoras, copleros y músicos del Inti Raymi, también gravaron los testimoniales en audio y video, además transcribieron las coplas y pautaron la música, todo está disponible en el Ministerio de Cultura de Ecuador. También se puede acceder a esta investigación en las siguientes páginas: @Linda Pichamba; @Proyecto coplas en la ruta del norte.

Flautas horizontales/sucus-gaitas de Imbabura

Lo que hoy hacen Linda y otras mujeres en Otavalo, es impresionante, pues desde hace unos años atrás, han roto el patriarcado musical de los rituales interpretativos en las fiestas de Inti Raymi, donde los músicos y danzantes eran exclusivamente hombres. Ahora han incursionado en el Warmi Punsha (Día de las Mujeres), perteneciente a las Fiestas del Sol, en donde: cantan coplas, danzan, zapatean, interpretan mandolinas, guitarras, violines, bandolinas, sucus-gaitas, armónicas y melódicas.

Linda también emprende todo el año en talleres de construcción e interpretación de sucus-gaitas, así mismo recopila tonos ceremoniales de Inti Raymi, siembra, cosecha, matrimonios y Semana Santa. Por otro lado, revisa cuidadosamente el sucus o carrizo, con los que construyen las flautas, que crece cerca de ríos, lagunas o en algunos campos, en especial de la comunidad de Urcuquí, mayo es un buen mes para recoger los sucus.

Durante nuestra entrevista, Linda empuña una sucus-gaita e interpreta varios tonos. Luego manifiesta que se construyen de forma ancestral y se afinan al oído, siempre son un dúo (cari-hombre; warmi-mujer) por la dualidad andina de todas las cosas y acciones.

En Peguche, las sucus-gaita son construidas por su padre José Luis Pichamba y por otros dos artesanos adultos mayores que también tocan tonos, en especial en días de la Fiesta de la cosecha, que en algunos lugares va desde mayo hasta junio, con la entrega de gallos, la toma de capilla, la toma de la plaza, el armay chisi (baño ritual a las doce de la noche en la cascada de Peguche), el auca punsha (día de la libertad), el hatun punsha (gran día) y el warmi punsha (día de las mujeres).

Cuidar la cultura y la memoria de los pueblos

El mensaje final de Linda es que las actuales y posteriores generaciones deben tomar muy en serio la cultura ancestral, nosotros acotamos que, se deben mantener la diversidad y la heterogeneidad para evitar que la industria de la hegemonía cultural estandarice toda la ideología para manipularnos a través del consumo innecesario y exagerado, imponiendo el individualismo y el egoísmo.

Nos despedimos. Yupaychani Linda (gracias). Yupaychani mashi Patricio (muchas gracias amigo), aquí seguiremos resistiendo con fuerza y sabiduría por nuestra cultura.

Me olvidaba de contarlo: Linda, durante la entrevista, también tocó una mandolina y cantó una copla de Kayambí, que la ha impresionado mucho:

//Corazón, corazoncito, martirio de mi shunguito. Para que me voy a ir. Para dejarte solito. Los claveles en el agua, no se pueden marchitar, los amores verdaderos no se pueden olvidar. El sombrero que me ponga debe ser de terciopelo y el hombre que a mí me quiera debe ser guapo y soltero. Mi cerrito de Imbabura, si no llueve está nevando. Así estará mi amorcito, si no llora caminando//.

Mientras la escucho cantar, pasa por mi cabeza la vida de los años 80, cuando recién subía a Otavalo y pasaba casi dos semanas en los Sanjuanes, tocando música, danzando, zapateando, conociendo gente de todo el mundo, que hacían de este su lugar de vida, su gran apachita cultural. También pasa por mi cabeza cuando conocí a Alfonso Cachiguango (fallecido), tocando su viejo rondador y su mandolina, riendo mucho y bailando, así mismo recuerdo al Tiu Cotacachi (fallecido), del Grupo Charijayac, más serios, más filósofos de la cultura andina, pero, tremendas personas de sacarse el sombrero, parte de las viejas amistades que nunca se olvidan.

Otavalo en esos años era un laboratorio cultural en la que se reunía lo más florido de la cultura andina y a veces afroamericana. Las peñas eran los lugares para estrenar canciones, ritmos, novedosos instrumentos, pero también para cavilar sobre las sabidurías y las filosofías andinas, parte de la semilla de lo que sucedería en los años 90, cuando se dio el Primer Levantamiento Indígena en Latinoamérica, liderados por el intelectual Saraguro, Luis Macas.

Han pasado los años y esperamos un verdadero Kapak que libere a su pueblo del racismo estructural, de la necropolítica, el terricidio y el avasallamiento a la Madre Tierra. Los pueblos originarios necesitan defender su territorio a través de la práctica cultural y política, para emprender en acciones que descolonicen el pensamiento del viejo y gastado eurocentrismo.

Patricio Matute García
Ecuadorllaktaymanda

Saludos a la diáspora Otavaleña regada por el mundo

“La sociedad latinoamericana es agrobioecoelioacuacéntrica cultural y saludable en resistencia, resiliencia y re-existencia”

Amazonas Lives Matte

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