Encuentro Intercontinental Madre Tierra una sola Salud
IV Congreso Internacional de Salud Socioambiental
Declaración de Rosario
16 de junio de 2017
En el día de la Ciencia Digna y en homenaje a Andrés Carrasco que nos sigue
acompañando, enseñando e inspirando
Somos
colectivos académicos, sociales, ecologistas, de pueblos originarios,
artistas, profesionales de la salud humana, animal y vegetal,
productores de alimentos, activistas, científicas e investigadoras,
creadores de nuevas economías, comunicadores de buenas noticias; que nos
hemos encontrado en la semana del 12 al 16 de junio llegando desde
Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, España, Guatemala, India, México, Paraguay, Perú, Suecia y
Uruguay para construir espacios para el diálogo, el arte, la ciencia y
la poesía, en el marco de los saberes ancestrales y académicos,
visibilizando las historias de resistencia necesarias para la defensa de
la vida.
Hemos
llegado a Rosario para compartir la plácida urgencia de unificarnos en
la diversidad, de multiplicar los esfuerzos por caminar con armonía
evitando el desgaste y el derroche. También para compartir
preocupaciones y diversas formas de resistencia y construcción frente a
los ataques a la salud de la Madre Tierra y de sus muchas comunidades.
Para esperanzarnos en modos de vida, inclusivos y diversos, y celebrar
la cosecha de los frutos que hemos sembrado. Hemos buscado encontrarnos
para alegrarnos, para soñar, volar, despertar y resistir. Para
solidarizarnos, escucharnos y aprender junto al cuidado de las plantas,
los animales, la Tierra y nuestras vidas. Para continuar soñando con los
sueños del mundo buscando “el Corazón de la Ciencia y la Vida”.
Coincidimos
en que cuando hablamos de Una Sola Salud, estamos reivindicando la
salud para todos y todas, no solo para nosotros, las y los seres
humanos. Estamos reconociendo que somos una pequeña parte de un
organismo viviente, una pequeña parte de un universo en que todo está
entrelazado, un hilo en el tejido de la vida de este hermoso planeta,
participantes todos de un equilibrio ecológico maravillosamente
complejo. Estamos reconociendo que la salud humana es un reflejo de la
salud de nuestro planeta. Reconociendo que nuestra Casa Grande, la Madre
Tierra o Pachamama, es un macroecosistema que alberga millones de
ecosistemas interconectados, cada uno con sus particularidades.
Durante
estos intensos días hemos compartido testimonios y evidencias
científicas de la devastación de la Tierra y de las enfermedades que esa
destrucción –motivada por el sistema industrial de producción y consumo
y su afán de lucro desmedido– provoca a las comunidades, los seres
humanos y a otras formas de vida. Hemos visto testimonios de las
múltiples interrelaciones entre la salud de la mente, los cuerpos, las
estructuras económicas, políticas y los ecosistemas; y hemos
intercambiado experiencias y evidencias del buen convivir en la sociedad
y la naturaleza, para refrescar nuestros sentidos y retomar el camino
de la complementariedad, la solidaridad y la cooperación con todos los
seres.
Estamos
construyendo una plataforma con todos los saberes para cuidar las
semillas, la biodiversidad, la vida microbiana, nuestras economías y
culturas, para detener la degradación de los elementos y recuperar la
salud de la Madre Tierra y de nuestras comunidades.
Hemos
comprobado como globalmente se intenta imponer un modelo de agricultura
y alimentación industrial corporativo que conlleva una enorme
devastación ambiental y causa hambre, malnutrición y destrucción de los
territorios campesinos y de los pueblos indígenas. De la mano de las
grandes corporaciones se siguen imponiendo en vastos territorios
semillas transgénicas, monocultivos industriales y fumigaciones masivas
con agrotóxicos.
La concentración corporativa es cada vez mayor, siendo
apenas un puñado las corporaciones que controlan los mercados globales
de semillas, biotecnología, agrotóxicos, maquinaria agrícola y
fertilizantes. Todo el proceso marcha hacia una mayor concentración en
muy pocas empresas transnacionales, con el objetivo de convertir a los
agricultores en meros esclavos de las empresas. Las leyes de semillas,
las normas sanitarias y fitosanitarias, las nuevas tecnologías y la
imposición en los mercados de alimentos ultraprocesados son algunas de
las herramientas que el capitalismo está usando para imponer este
sistema agro-alimentario. Un sistema que está ligado a la mayoría de las
enfermedades más frecuentes de las personas, los animales y el planeta.
El
extractivismo es otra faceta de este proceso de destrucción y a partir
de los relatos concretos de compañeros y compañeras, de campesinos y
pueblos indígenas, hemos podido compartir como con la minería a gran
escala y a cielo abierto, la extracción de hidrocarburos, la imposición
del fracking (fractura hidráulica) y otros megaproyectos se está
expulsando a comunidades enteras y se las agrede, violenta y criminaliza
frente a la justa resistencia que oponen, único camino que les queda
para su supervivencia. Al mismo tiempo las mega-ciudades se han
convertido en otro espacio del extractivismo, de la mano de la
especulación inmobiliaria, la ocupación irracional del espacio urbano y
la brutal utilización de recursos que el modelo de consumo implica.
También
hemos podido ver que los llamados “Sistema de salud” son en realidad
“Sistemas de enfermedad” donde el foco está puesto en el comercio y la
mercantilización y donde el resultado es un sistema que enferma y mata,
controlado, también en este caso, por un puñado de corporaciones (muchas
de ellas también son corporaciones de agrotóxicos como es el caso de
Bayer que hoy está en proceso de adquisición de Monsanto). En ese
contexto los medicamentos industriales son, junto a la tecnología
médica, una de las principales herramientas para el control de las vidas
de nuestros pueblos. Las patentes, la concentración de medicamentos en
pocos laboratorios y el uso abusivo de los mismos son todas facetas de
una misma problemática.
Un
capítulo especial merece el uso indiscriminado de antibióticos tanto en
su uso por las personas como en su aplicación en la agricultura y la
ganadería que está produciendo el surgimiento de microorganismos
resistentes que se están convirtiendo en amenazas cada vez más graves y
que muy pronto podrán ser incontrolables en nuestras sociedades.
También
hemos podido reconocer en uno de los problemas más graves que afectan a
nuestras sociedades, el de la basura, la muestra patente de una
sociedad que se ha desentendido de los ciclos vitales y a perdido el
control de su propio metabolismo para convertirse en una generadora de
los gérmenes de su propia muerte.
¡Nos declaramos en resistencia contra este modelo de muerte!
Y
por eso las resistencias de los pueblos fumigados, la de los pueblos
originarios en sus territorios, el ejemplo de los recicladores, el de
las mujeres movilizadas, las luchas contra los transgénicos, contra el
fracking y contra la minería son ejemplos que alientan nuestro andar
colectivo y solidario.
Pero
al mismo tiempo, y porque sabemos hacia donde vamos, hemos compartido
una enorme cantidad de saberes, propuestas, búsquedas, ideas, principios
y paradigmas que conforman las semillas, diversas y complementarias,
del mundo nuevo que está naciendo en nuestro andar.
En
ese camino hemos podido reafirmar la necesidad de consolidar como base
para nuestro andar la producción de alimentos sanos para pueblos libres.
Únicamente la agri-cultura agroecológica de base campesina, diversa,
local y en armonía con la naturaleza podrá producir alimentos saludables
para nuestros pueblos como lo han venido haciendo a lo largo de los
últimos diez mil años. Esos alimentos son los que nos nutren, los que
nos vinculan con los otros, los que se enriquecen cada día de la cultura
de nuestros ancestros, los que nos sanan, lo que nos hacen comunidad y
los que nos permiten seguir dialogando con la naturaleza y generando
diversidad.
En
ese contexto, la Soberanía Alimentaria es la vía, principio y guía para
recorrer el camino hacia un mundo sin hambre y que produzca alimentos
saludables en armonía con la naturaleza. La Soberanía Alimentaria se
expresa en las luchas de todos los pueblos ligados a la tierra que
defienden sus territorios, sus bienes naturales, sus semillas y sus
sistemas de vida. El único camino es lograr que ese derecho de los
pueblos a decidir que cultivar y como hacerlo se instale a nivel global
como norma y como práctica irrenunciable.
También
encontramos en las luchas feministas, en los feminismos populares, en
los movimientos contra la violencia contra las mujeres y en el
cuestionamiento radical al sistema patriarcal dominante otra de las
fuentes de inspiración que nos nutren, nos estimulan a la transformación
y nos guían en el camino a una sociedad sin violencias. De estas luchas
hemos aprendido que nuestros cuerpos también son nuestros territorios y
que defenderlos y cuidarlos es un componente fundamental e integral de
los territorios de vida que estamos defendiendo y construyendo. La
diversidad es la base de todas las formas de vida y también de las
resistencias. Denunciamos y nos solidarizamos contra los feminicidios en
todas partes. Vemos como esencial la construcción y la lucha de las
mujeres, aprendemos de la sabiduría de las mujeres indígenas y
campesinas, reafirmando la necesidad de mantener y fortalecer los
cuidados colectivos que todos tenemos que ejercer, de la Tierra y de
todos los seres vivos.
Así
podemos comprender que reparando y sanando los territorios podemos
proteger la salud colectiva y garantizar una vida saludable para
nuestros pueblos. Y así nos encontramos con la posibilidad concreta de
una naturaleza que nos sane, nos nutra y nos permita vivir plenamente.
Allí los microorganismos juegan un rol indispensable, por ser los mas
viejos y mas numerosos en nuestro planeta, para sostener el balance de
la vida promoviendo la diversidad, en su imprescindible contribución a
los procesos biológicos esenciales y también en su resistencia a la
toxicidad de nuestras medicinas.
Muchos
de nosotros somos parte de grupos de investigación y educación dentro
de universidades y buena parte de estos días los hemos dedicado a
debatir sobre nuestro rol, nuestra responsabilidad y nuestros desafíos. A
partir de estas conversaciones y nutriéndonos de las luchas por la
Reforma Universitaria de Córdoba hace 99 años, nos vemos comprometidos a
llegar a los 100 años de esa Reforma asumiendo los desafíos actuales y
planteándonos:
-Así como en el año 1918 se planteó que los estudiantes debían tener un
rol fundamental en la vida universitaria hoy nos planteamos que el
aprendizaje basado y centrado en los pueblos y territorios debe ser el
eje que se enarbole y ponga en práctica en la próxima Reforma.
-Nos comprometemos con la Ciencia Digna, ciencia para la vida como
camino hacia un modelo de construcción de conocimiento que contemple la
diversidad de saberes que habitan en nuestra diversidad de pueblos.
Haciendo nuestras las palabras de Andrés Carrasco “Los pueblos
latinoamericanos tienen el derecho irrenunciable a desarrollar una
ciencia transparente, autónoma y que sirva a sus intereses. Para ello
esa ciencia deberá comprometerse con honestidad, teniendo en cuenta que
de no hacerlo así, puede violar su compromiso con la verdad, para formar
parte de la legitimación que todo desarrollo tecnológico dominante
requiere como instrumento de control y colonialismo”.
-Nos
comprometemos a continuar investigando los signos y síntomas de la
enfermedad que afecta a la Madre Tierra, a profundizar el estudio de los
problemas que se presentan local, nacional y regionalmente, a generar
evidencias que permitan fortalecer las acciones terapéuticas
interactivas con la Madre Tierra, y a la elaboración de la “Guía
Terapéutica Interactiva Planetaria”.
-Impulsaremos
desde lo local proyectos y acciones de reparación y de sanación que
permitan curar las heridas de la Madre Tierra, tales como la propuesta
de Ciudades o Pueblos Inteligentes en el Cuidado de los Antibióticos,
para cuidar la Vida.
-Frente a la crisis civilizatoria que de modo radical nos interpela en
el presente creemos que la Universidad debe asumir un rol activo
escuchando a los pueblos y comprometiéndose con los procesos sociales y
políticos que ellos han puesto en marcha.
-Como científicas y científicos comprometidos con la sociedad y la
naturaleza, reafirmamos el compromiso de trabajar por una ciencia
independiente de las transnacionales, con y para los pueblos, siguiendo
el ejemplo de Andrés Carrasco. Denunciamos el intento de los
agronegocios por imponer nuevas formas de ingeniería genética, altamente
riesgosas, englobadas ahora bajo el nombre de “edición genómica”, con
la intención de que éstas lleguen a los mercados sin siquiera pasar por
evaluaciones de bioseguridad.
Denunciamos el esquema desde empresas y
grupos de poder políticos y académico de empujar falsas “soluciones
tecnológicas”, para aumentar sus ganancias con su venta y patentamiento,
y evitar que se cuestionen las causas de las crisis, sean alimentarias,
de salud, ambientales o climáticas. Denunciamos la estrategia de
eliminación sistemática de militantes y defensores de nuestros
territorios a nivel Global, pero fundamentalmente en América Latina.
Denunciamos y rechazamos las estrategias de los Gobiernos al servicio de
las corporaciones, que impulsan acciones como el Pacto Minero (en
Argentina), las denominadas “Leyes de Semillas” que en realidad son
leyes de protección de las corporaciones, la entrega de nuestros
territorios al poder económico estableciéndose prácticas de eliminación
de pueblos originarios y campesinos.
Rechazamos el intento de liberar
mosquitos genéticamente manipulados en varios países del continente, así
como todas las propuestas de usar, comercializar y liberar animales,
insectos y microorganismos manipulados genéticamente. Rechazamos
enérgicamente las propuestas de frente a las crisis climáticas,
manipular el clima (geoingeniería). Rechazamos el veto a la Ley de
Semillas en Ecuador que abre las puertas para la introducción de
transgénicos en el país violando la Constitución Nacional que los
prohíbe. Exigimos la prohibición total de las fumigaciones con
agrotóxicos en todo el continente. Exigimos que las autoridades desistan
de mantener políticas que protegen la salud de las corporaciones, a
costa de la salud de los pueblos y los territorios.
Todas
las tecnologías, y particularmente las nuevas tecnologías, deben ser
evaluadas desde la sociedad, con una multiplicidad de visiones y
perspectivas, que integren académicos, científicos y otros trabajadores,
vecinos y colectivos urbanos y campesinos, ambientalistas, movimientos
de mujeres y género, pueblos indígenas, movimientos de salud colectiva y
popular y otros. Saludamos la iniciativa de la Red de Evaluación Social
de Tecnologías en América Latina, que recoge muchas de las perspectivas
de los Congresos Socio Ambientales.
El
camino que estamos recorriendo no puede transitarse sin enriquecerse y
nutrirse del diálogo con el arte y los saberes ancestrales y es así que
los relatos, la música, la danza, el teatro, las experiencias
vivenciales nos enriquecen y nutren, son otras formas de expresar las
historias de resistencia por la vida; historias de amor, libertad y
esperanza que esperan ser contadas.
Vivimos
en un mundo, invadido por las Corporaciones… Un mundo en el que sin
embargo aún es posible construir resistencias saludables, desde los
encuentros y diálogos que nacen del respeto a la diversidad, a los
procesos cooperativos, propios de los pueblos que supieron darse el
tiempo necesario para cuidar y domesticar las semillas, que permitieron
las siembras vitales.
Esas
siembras emancipatorias que, habilitaron a los pueblos a encarnar y
hacer realidad el sueño de cosechar futuros soberanos para todos, en
territorios saludables…
Podemos
asumir el desafío de reconstruir nuestros territorios, a partir de
recuperar una praxis capaz de reconocer el valor de la Diversidad y el
Tiempo como dimensiones esenciales para hacer florecer una nueva
Política, de los Encuentros, de lo Colectivo, la Cooperación, la
Humildad, la Solidaridad, que ponga freno al extractivismo que se nos
impuso, priorizando la Salud de la Madre Tierra por sobre la de las
corporaciones.
Durante
esta semana nos hemos nutrido de experiencias, vivencias, afectos y
compromisos, proyectos y propuestas, salud y alimentos saludables y
reafirmamos nuestro compromiso de sanar el planeta para recuperar el
flujo de la vida y de seguir caminando con la palabra, la acción, la
memoria y el saber de nuestros pueblos y científicos el compromiso con
la vida y el Buen vivir construyendo juntos una sociedad justa,
solidaria, saludable y esperanzadora.
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